Dante, Divina Comedia, 12
El ángel que custodia el paso advierte que para seguir adelante deben entrar en las llamas. "Por lo que yo me puse, al escucharle, igual que aquel que meten en la fosa." Entran y Virgilio le tranquiliza.
En el vidrio fundido, al estar dentro,
me hubiera echado para refrescarme,
pues tanto era el ardor desmesurado.
Cruzan y al caer la noche se quedan dormidos cada uno en un escalón. Con el día llegan arriba y Virgilio le dice que ha terminado su misión y que debe dejarlo
Te he conducido con arte y destreza;
tu voluntad ahora es ya tu guía:
fuera estás de camino estrecho o empinado...
...No esperes mis palabras, ni consejos
ya; libre, sano y recto es tu albedrío,
y fuera error no obrar lo que él te diga
Entra en el Paraíso Terrenal y nos lo va describiendo hasta que un riachuelo le impide avanzar y aparece una mujer cantando que le explica que es aquello. Van caminando cada uno por una orilla y le sorprende un espectáculo maravilloso y misterioso. Aparece Beatriz, Virgilio ha desaparecido y Dante llora. Beatriz le reprende por su infidelidad y olvido y lo mortifica haciéndole ver su ingratitud y le obliga a confesar sus extravíos. Tras lo cual es sumergido en el río Leteo (Olvido) y llevado ante Beatriz que le manda escribir lo que ha visto cuando vuelva con los vivos y que beba las aguas del Eunoe, río del buen conocimiento y la virtud que permite acceder la Paraíso.
A lo largo de toda la obra lleva la cuenta del tiempo transcurrido y nos hace una demostración de sus conocimientos sobre el movimiento de los astros, los de su tiempo claro está, que son los de Ptolomeo que sitúa a la Tierra en el centro del universo e inmóvil. En círculos concéntricos alrededor coloca el cielo de la Luna, el de Mercurio, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno, el octavo con los astros fijos, el noveno que es el del primer móvil y el Empíreo que tampoco se mueve.
Dante se elevará de uno a otro cielo por la misma fuerza que los hace rodar y por la luz creciente de Beatriz.
Entramos en el Paraíso, seguramente la parte más difícil de entender y la más teológica (siguiendo la más pura ortodoxia católica, aunque la división de la Iglesia fue posterior). Hace un enorme esfuerzo en retratarnos con palabras lo sublime, en explicar el dogma y en animarnos a llevar una vida recta.
Para Dante el Paraíso es el contentamiento del intelecto con la contemplación de Dios.
A lo largo de toda la obra lleva la cuenta del tiempo transcurrido y nos hace una demostración de sus conocimientos sobre el movimiento de los astros, los de su tiempo claro está, que son los de Ptolomeo que sitúa a la Tierra en el centro del universo e inmóvil. En círculos concéntricos alrededor coloca el cielo de la Luna, el de Mercurio, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno, el octavo con los astros fijos, el noveno que es el del primer móvil y el Empíreo que tampoco se mueve.
Dante se elevará de uno a otro cielo por la misma fuerza que los hace rodar y por la luz creciente de Beatriz.
Entramos en el Paraíso, seguramente la parte más difícil de entender y la más teológica (siguiendo la más pura ortodoxia católica, aunque la división de la Iglesia fue posterior). Hace un enorme esfuerzo en retratarnos con palabras lo sublime, en explicar el dogma y en animarnos a llevar una vida recta.
Para Dante el Paraíso es el contentamiento del intelecto con la contemplación de Dios.
La gloria de quien mueve todo el mundo
el universo llena, y resplandece
en unas partes más y en otras menos.
En el cielo que más su luz recibe
estuve, y vi unas cosas que no puede
ni sabe repetir quien de allí baja.
Comienza con una invocación a Apolo y a las Musas para que le ayuden a expresar correctamente lo que está a punto de ver. Apolo como inspiración divina y las Musas como inspiración de las ciencias humanas. Mirando a Beatriz comienzan a ascender.
Llegan al cielo de la Luna y Dante pregunta qué son las manchas; en su tiempo se decía que era la imagen de Caín cargado de espinos. Allí están las almas de los que faltaron a sus votos religiosos como Piccarda, sacada del convento por su familia a la fuerza para casarla por interés.
Llegan al cielo de la Luna y Dante pregunta qué son las manchas; en su tiempo se decía que era la imagen de Caín cargado de espinos. Allí están las almas de los que faltaron a sus votos religiosos como Piccarda, sacada del convento por su familia a la fuerza para casarla por interés.
Y nos ha sido dado este destino
que tan bajo parece, pues quebramos
nuestros votos, que en parte fueron vanos
Le confiesa que las almas en el Paraíso sólo ansían estar en el sitio en que se encuentran.
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