Plinio el Joven, Epistolario, 24
Es sobre los últimos, los que dicen haber sido cristianos pero que ya no lo son, sobre los que pide una aclaración sobre qué hacer con ellos ya que los mantiene encarcelados mientras espera la respuesta de que hacer con ellos, me ha parecido que el asunto merecía que consultase tu parecer, en especial por el número de los acusados, muchas personas de todas las edades, de toda condición y tanto de uno como de otro sexo han sido ya procesadas, y muchas otras lo serán. Y el contagio de esta superstición no se ha extendido únicamente por las ciudades, sino que se ha propagado por los pueblos y campos. Piensa y así lo dice que la enfermedad puede ser detenida y curada y sugiere para ello que se les ofrezca el perdón en caso de arrepentimiento.
En la 97 tenemos la respuesta de Trajano: Mi querido Segundo, has seguido el procedimiento que debías en la instrucción de los procesos de aquellos que fueron denunciados ante ti como cristianos... No puede establecerse una norma general que imponga unos criterios absolutamente rígidos. Y, esto es importante, en este caso no se observa que haya una persecución deliberada contra ellos, los cristianos no deben ser perseguidos de oficio. Si son denunciados y se prueba su culpabilidad, deben ser castigados. Lo que no explica son los crímenes por los que se les debe perseguir, con lo cual se les condena por el hecho de ser cristianos. Lo que sí determina es que si veneran a los dioses romanos se les perdone aunque lo hayan sido anteriormente.
Por lo que se refiere a las denuncias anónimas que puedan aparecer fijadas en lugares públicos, no deben dar lugar a ningún tipo de acusación, pues es una práctica detestable e impropia de nuestro tiempo. Pero esta práctica no desaparecerá y nos acompañará hasta nuestros días, una verdadera pena que no aprendamos de la Historia.
Si hemos sido capaces de leer todo esto hasta el final, habremos cumplido con su deseo de llegar más allá de su propia vida y, sinceramente creo que se lo merece. Ya no veremos igual las películas de romanos pero sí tendremos presente que los deseos, temores y actitudes de los hombres apenas cambian con el tiempo, cambiará el decorado, algo las costumbres pero lo que es importante no cambia. Termino con una carta de Plinio que aunque se casó tres veces no llegó a tener hijos (9,12): Censuraba en mi presencia uno de mis amigos a su hijo... Una vez que el joven nos dejó solos, dije a mi amigo: ¡Oye!, ¿acaso no hiciste tú nunca nada que mereciese los reproches de tu padre? ¿No haces incluso ahora en ocasiones cosas por las que tu hijo, si de repente él fuese tu padre y tú su hijo, te reprendería con la misma dureza?... Piensa que él es aún un niño y que tú lo fuiste, y cumple con tu deber de padre recordando en todo momento que eres un ser humano y padre de un ser humano. Cuídate.
Trajano
Museo Arqueológico de Cádiz
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