Dante, Divina Comedia, 14
Quien se lamenta de que aquí se muera
para vivir arriba, es que no ha visto
el refrigerio de la eterna lluvia
Suben al quinto cielo, el de Marte, donde se encuentran las almas de los que dieron su vida por la fe o que combatieron por Jesucristo y la Iglesia.
Bien advertí que estaba más arriba,
por el ígneo esplendor de aquella estrella,
mucho más roja de lo acostumbrado.
Se encuentra con un antepasado que le habla de su familia y de las demás por sus apellidos que fueron algo en Florencia, siempre comparando la situación de la ciudad de como era a como es y no saliendo muy bien parada en la descripción de las costumbres actuales. Dante vuelve a preguntar aquí (ya se lo dijeron en el Purgatorio) a su antepasado por la fortuna que le espera.
Como se marchó Hipólito de Atenas
por la malvada y pérfida madrastra, (Fedra enamorada de él)
así tendrás que salir de Florencia.
...Probarás cuán amargamente sabe
el pan ajeno y cuán duro es subir
y bajar las ajenas escaleras.
Y lo que más te pesará sobre los hombros,
será la ruin y necia compañía
con la que has de caer en ese valle.
Su antepasado le insta a que sin temor a lo que digan los demás cuente lo que ha visto y oído entre los muertos porque es una provechosa enseñanza. Mirando a Beatriz sube hasta Júpiter, donde están los píos y los amantes de la justicia. Dante pregunta si puede salvarse el que no ha conocido la fe de Cristo, le responden y le explican cómo algunos personajes que no lo habían conocido, obtuvieron un lugar en los cielos.
Suben al séptimo cielo, el de Saturno, donde hay una escalera por la que bajan luces, las de las almas que se entregaron a la vida contemplativa. Aquí habla con san Benito (de Nursia), nacido a finales del siglo V.
Suben al séptimo cielo, el de Saturno, donde hay una escalera por la que bajan luces, las de las almas que se entregaron a la vida contemplativa. Aquí habla con san Benito (de Nursia), nacido a finales del siglo V.
El monte en cuya falda está Cassino
estuvo ya en su cima frecuentado
por la gente engañada y mal dispuesta
En la cima había un templo consagrado a Apolo, él dedicó el lugar a Juan el Bautista y edificó la abadía, de la que ya no saldría y donde escribiría la regla que lleva su nombre que se convirtió en el principio fundador para la práctica monástica en occidente. Aquí estudió santo Tomás de Aquino.
Se queja de en qué se han convertido los monasterios desde que se fundaron
y si el principio ves de cada uno,
y miras luego el sitio al que han llegado,
podrás ver que del blanco han hecho negro.
Es arrastrado por Beatriz a subir la escalera y llega al cielo de las estrellas fijas. Desde allí puede contemplar las siete esferas y observa la pequeñez de nuestro mundo.
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