Dante, Divina Comedia, 2
El objeto que va a tratar esta obra es de la suerte reservada a las almas tras la muerte. La divide en tres partes, el Infierno, donde el pecador no arrepentido recibe castigo eterno en proporción a su culpa; el Purgatorio, la parte en que las almas están purificándose temporalmente, con castigos más leves pero también proporcionados a sus faltas; y el Paraíso, aquí los justos disfrutan del premio infinito de la cercanía a Dios y también de forma proporcional a sus méritos. Todo hilado con el descenso del poeta a los infiernos y su posterior ascensión a través del Purgatorio y el Paraíso hasta llegar a la casi contemplación de Dios.
No hace falta ser creyente para disfrutar de la lectura de esta obra. Si se es, el planteamiento ya nos resulta conocido y, en mayor o menor grado, aceptado. Aunque habrá cosas que nos sorprendan e incluso con las que no estaremos de acuerdo. Si no se es tampoco es problema, desde La Iliada han sido bastantes los personajes que han descendido a los infiernos ( Ulises, Orfeo, Eneas, Jesús,) y sus autores (Homero, Ovidio, Virgilio, Aristófanes, Milton) nos han cantado y contado como es, tanto físicamente como la condición de los que allí moran. Se puede hacer una lectura de los valores reflejados en la obra sin implicaciones religiosas. Al fin y al cabo se trata de un Viaje, el más trascendental de todos, pero un viaje y si algo nos acompaña desde que nos bajamos de los árboles es esa necesidad de viajar y satisfacer nuestra curiosidad.
En el plan de la obra veremos de nuevo la importancia que le concede el poeta al número nueve y su raíz el tres. Tres son las partes en que la divide, treinta y tres los cantos que conforman cada una y nueve las cavidades del Infierno, nueve las escabrosidades del Purgatorio y nueve los círculos del Paraíso. Y está escrita en tercetos, grupos de tres versos. Por supuesto en román toscano.
Hay muchas traducciones de esta obra, algunas tienen bastante tiempo y su forma de expresarse nos puede dificultar la lectura.
No hace falta ser creyente para disfrutar de la lectura de esta obra. Si se es, el planteamiento ya nos resulta conocido y, en mayor o menor grado, aceptado. Aunque habrá cosas que nos sorprendan e incluso con las que no estaremos de acuerdo. Si no se es tampoco es problema, desde La Iliada han sido bastantes los personajes que han descendido a los infiernos ( Ulises, Orfeo, Eneas, Jesús,) y sus autores (Homero, Ovidio, Virgilio, Aristófanes, Milton) nos han cantado y contado como es, tanto físicamente como la condición de los que allí moran. Se puede hacer una lectura de los valores reflejados en la obra sin implicaciones religiosas. Al fin y al cabo se trata de un Viaje, el más trascendental de todos, pero un viaje y si algo nos acompaña desde que nos bajamos de los árboles es esa necesidad de viajar y satisfacer nuestra curiosidad.
En el plan de la obra veremos de nuevo la importancia que le concede el poeta al número nueve y su raíz el tres. Tres son las partes en que la divide, treinta y tres los cantos que conforman cada una y nueve las cavidades del Infierno, nueve las escabrosidades del Purgatorio y nueve los círculos del Paraíso. Y está escrita en tercetos, grupos de tres versos. Por supuesto en román toscano.
Hay muchas traducciones de esta obra, algunas tienen bastante tiempo y su forma de expresarse nos puede dificultar la lectura.
A mitad del andar de nuestra vida
extraviado me vi por selva oscura
que la vía directa era perdida
A mitad del camino de la vida
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado
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