Dante, Divina Comedia, 3
Con esos versos comienza la obra, el poeta, de noche, ha perdido el camino que seguía y se ha internado en una selva que le atemoriza. Voy a procurar no extenderme en los comentarios porque merece la pena descubrir por uno mismo toda la riqueza y variedad que contiene y la forma de expresarlo. Elegir de qué no hablar es más difícil que lo contrario, así que ya veremos. Lo hemos dejado asustado saliendo de la selva:
Es tan amarga casi cual la muerte;
mas por tratar del bien que allí encontré,
de otras cosas diré qué me ocurrieron
Ve una cima cercana iluminada por los primeros rayos de sol y aliviado decide ir hacia ella, pero tres bestias feroces le impiden el paso, el último una loba que lo obliga a retroceder hacia la oscuridad
Tantos pesares ésta me produjo,
con el pavor que verla me causaba
que perdí la esperanza de la cumbre
En esta angustiosa tesitura aparece una sombra, el poeta Virgilio, enviado por Beatriz para ayudarle
Me dijo: Hombre no soy, mas hombre fui...
...Poeta fui y canté de aquel justo
hijo de Anquises que vino de Troya,
cuando Ilión (Troya) la soberbia fue abrasada
Virgilio se ofrece a sacarlo de allí a través del Infierno y el Purgatorio, haciendo de guía hasta el Edén donde ya será Beatriz quien le acompañe por el Paraíso.
Por lo que, por tu bien, pienso y decido
que vengas tras de mí y seré tu guía
he de llevarte por lugar eterno,
donde oirás el aullar desesperado,
verás, dolientes, las antiguas sombras
gritando todas la segunda muerte
En el canto II, el poeta expresa todas sus dudas para iniciar el viaje para el que ni se ve con fuerzas ni sabe como ha sido elegido para ello
Yo, Beatriz, soy quien te hace caminar;
vengo del Sitio al que volver deseo;
amor me mueve, amor me lleva a hablarte
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