Dante, Divina Comedia, 6

  Comienza a contarle como será el camino a través de los tres círculos que les quedan. El primero es el de los violentos, dividido en otros tres porque la violencia puede ejercerse de otras tantas formas, una es contra Dios, otra contra el prójimo y la última contra uno mismo. En el segundo círculo (que es el octavo del Infierno) se hallan los fraudulentos y está dividido en diez pozos
hipocresía, adulación, quien hace
falsedad, latrocinio y simonía,
rufianes, barateros y otros tales

  El noveno es el de los traidores y está dividido en nueve sacos. Allí se encuentran los impostores y falsos profetas, los hipócritas, los ladrones sacrílegos, los falsos consejeros, los que siembran cizaña en la familia, discordia en los Estados y cisma en la Iglesia. Y también los falsificadores de metales.
  
  Inician de nuevo el descenso y llegan a un río de sangre que hierve, dentro del cual sufren castigo los que quitaron la vida o los bienes a sus semejantes. Éste círculo lo guarda el Minotauro. Cruzan por un vado y se internan en un bosque lúgubre donde por todas partes oyen lamentos y donde hacen sus nidos las harpías. Son las almas de los suicidas transformadas.
Yo creí que él creyó que yo creía
que tanta voz salía del follaje,
de gente que a nosotros se ocultaba.

  En este mismo lugar se encuentran los que dilapidaron sus fortunas en ruinosas disipaciones y a ellos los persiguen unos perros que los despedazan. 
  Continúan caminando y llegan a un páramo en el que hay un arenal ardiente en el que llueven copos de fuego donde están los condenados por blasfemos. Saliendo de allí hallan un río de sangre y Virgilio cuenta cual es el origen de los ríos infernales. En esas se encuentran con un grupo de violentos contra la Naturaleza en el que se halla el maestro de Dante, Bruneto Latino, quien le advierte de lo le va a ocurrir y le habla de otros personajes del mismo grupo.
Y él me dijo: "Saber de alguno es bueno;
de los demás será mejor que calle,
que a tantos como son el tiempo es corto.

  Hasta aquí Dante ha sufrido por los tormentos y el dolor de los condenados. Habla de ellos con ternura y se identifica con las víctimas. Los círculos octavo y noveno los ha reservado para los que considera que son los pecados más graves, emplear la inteligencia de modo falso y artero para dañar a los Hombres y a Dios. Tal vez por eso, por primera vez deja de compadecer a los condenados y se pone del lado de los guardianes.

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