Aristófanes, Las Ranas, epílogo
Un libro pequeño, fácil de leer y con mucho sentido del humor y la ironía. Un humor muy bien expresado y trabajado, aunque algunos de sus gags hoy nos puedan parecer un tanto pueriles, pero siempre limpios y ocurrentes. Con lo que nos enseña (no se si a su pesar) de la tragedia, despierta nuestra curiosidad y dan ganas de leer a los tres autores conocedores ya de sus estilos.
Aristófanes defiende, con uñas y dientes, la tradición. Es sincero y no disimula. Todo lo que se separa de lo que él cree que es lo mejor para su ciudad es objeto de su crítica más o menos feroz, rayando a veces en la grosería. A pesar de ello, Eurípides obtuvo un buen número de premios con sus obras, incluso alguno más que nuestro autor. Quien por otro lado también se vería vapuleado por sus criticados y por parte de sus conciudadanos.
Y no pasaba nada, las cosas seguían el curso que debían seguir y la vida continuaba. El uno metiéndose en otros asuntos que le pareciesen oportunos y los demás haciendo las cosas en las que creían.
Esto sólo podía pasar en una ciudad excepcional como la Atenas clásica donde la democracia pudo echar raíces. No sería perfecta, pero ¿qué organización humana lo ha sido o lo es?. Partes numerosas de la población, como las mujeres o los esclavos, no existían para el gobierno de la ciudad. Gobierno de gobernar, no el ente que dirige. Pero a su alrededor el panorama era aún más desolador.
Estas actitudes que hemos podido ver en el libro de libertad de pensamiento y de palabra sólo se podía llevar a cabo en una ciudad como ésta, en la que sus ciudadanos estaban más que acostumbrados a tratar de los asuntos de interés tanto en público como en privado. En las cuestiones importantes eran llamados para las deliberaciones y las votaciones y los que querían conseguir algo, debían de convencer a la mayoría.
Habituados a la controversia y al debate, cualquier ciudadano podía dirigirse a la asamblea y pedir el voto de lo que quisiera plantear. Incluso una ley, que si era aprobada la exponían para que todo el mundo la conociera.
Europa ha sido la heredera de todo esto, somos producto de su pensamiento, este es el telón de fondo del que venimos y si algo no nos gusta deberemos convencer para cambiarlo.
Yo si que me he ido por las nubes. Por cierto que las obras de Eurípides fueron las más apreciadas en la época helenística y es el autor del que más obras nos han llegado a nuestros días. Tal vez un indicador del aprecio que sentían por ellas.
Vuela, vuela cuál nube amigo🙂
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