Dante, Divina Comedia, 16

  Habla san Pedro para quejarse de las actuaciones de sus sucesores

ni que las llaves que me confiaron,
se volvieran escudo en los pendones
que combatieran contra bautizados

  Tras la diatriba, Dante comienza a descender hacia la Tierra hasta poder observarla con detalle; mirando de nuevo a Beatriz comienza a ascender al cielo del primer móvil. A la vista de tanta maravilla, se lamenta de la codicia de los hombres y la rapidez con la que caen en ella,

y tal, aún balbuciente, ama y escucha 
a su madre; y teniendo el habla entera,
verla en la sepultura desearía.

  El poeta ve un punto de luz muy brillante y nueve círculos concéntricos girando en torno a él. Y pregunta cómo no siguen las reglas que conoce del universo. La respuesta es que hay que atender más a la virtud y menos a las apariencias porque el círculo que arrastra a los demás "corresponde con aquel que más ama y que más sabe" y los otros son los órdenes angélicos, las inteligencias que los mueven y que a su vez son movidas. Las luces con la distancia se van apagando y siente que debe despedirse de Beatriz.
Desde el día primero que su rostro
en esta vida vi, hasta esta visión,
he podido seguirla con mi canto;
mas es forzoso que desista ahora
de seguir su belleza poetizando,
cual todo artista a su extremo llega.

  Alcanza el Empíreo y ve un río rodeado de flores del cual debe beber para comprender lo que sucede. Distingue una grada enorme con forma de rosa dónde se sentarán los bienaventurados. En el centro hay un trono destinado a Enrique ( VII ), el que Dante piensa que podría ser el libertador de Europa, enfrentado al papa Clemente V del que nos predice que pronto será lanzado al sitio que ocupan los simoníacos en el infierno.
  La simonía, intención o acción de negociar por bienes terrenales con cuestiones espirituales, sacramentos, rezos, gracias, reliquias e incluso los cargos eclesiásticos que eran otorgados al mejor postor, era llamada así por un tal Simón el Mago que quiso comprar al apóstol Pedro la capacidad de efectuar milagros.
  Mirando hacia la grada, de la que van y vienen los bienaventurados

En forma pues de una cándida rosa
se me mostraba la milicia santa...
...mas la otra que volando ve y celebra
la gloria del señor que la enamora

  Desde donde se encuentra alcanza a ver la forma general del Paraíso y al ir a preguntar a Beatriz, no la encuentra y en su lugar se halla san Bernardo, quien le indica donde está Beatriz.

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