Aristófanes, Las Nubes, 5
Estrepsíades sale de casa con el temor de que llegue el día viejo y nuevo, porque tendrá que vérselas con sus deudores ante el tribunal. Los griegos contaban los días del mes del uno al veintiuno, y luego hacia atrás, noveno, octavo... y el último se llamaba día viejo y nuevo. Y comenzaban de nuevo. En los tribunales, el demandante hacía la denuncia estando presente la parte contraria, que ha sido citada también. Para instruir la causa, ambas partes debían depositar la cantidad consignada en la denuncia y el que perdía, perdía también el depósito. En otros delitos, si la denuncia no prosperaba, la acusación tenía que pagar una fuerte multa al tribunal.
El protagonista ve a Sócrates, le pregunta si su hijo ha aprendido y le contesta que sí.
Estrepsíades: Gritaré entonces en voz alta mi grito: Ah, llorad prestamistas, vosotros, el capital y los intereses de los intereses. Pues ya nada malo podréis hacerme, tal es el hijo criado para mí en estas moradas, brillando con lengua de doble filo.
Contento por el aspecto del hijo, "no hay más que verte para saber que eres de los que niega y contradice, y parecer que se sufre una injusticia cuando se comete", le pide que lo salve. Lo que sigue es una parodia sobre el método de Sócrates de preguntar a la gente, pero se queda ahí, en las preguntas, pero de paso, el autor critica a los magistrados y los acusa de malversar con los depósitos de las causas judiciales. Y entran en casa a celebrar su suerte.
En realidad Sócrates, tomando el papel de ignorante, preguntaba a la gente hasta que fuesen conscientes de la incongruencia de sus respuestas. El proceso continuaba tratando de que fuese el interlocutor el que descubriera sus propias verdades.
Aparecen dos acreedores a su puerta con la intención de cobrar lo que les debe y confiado en lo que Fidípides había aprendido y empleando las razones que él mismo había oído, a pesar de sus pocas luces, o precisamente por eso, los echa sin contemplaciones.
Coro: Lo que es amar los asuntos ruines. Pues el viejo este, enamorado de ellos, quiere retener el dinero que pidió prestado... aunque sus argumentos sean abominables, y quizá, quizá, va a desear que su hijo esté mudo.
Salen de la casa el padre, perseguido por su hijo que le está pegando. Ante sus quejas, el hijo defiende por qué se le puede pegar a un padre. La pelea surge porque Fidípides ha recitado una obra de Eurípides y el padre comenzó a insultarlo. Se queja al corifeo de lo que le sucede por seguir los consejos de las Nubes pero termina admitiendo que lo que le ocurre "es cruel, pero justo, pues no debería haber birlado lo que pedí prestado".
Así que le pide al hijo que le acompañe a castigar a Sócrates y sus discípulos por haberlos engañado, y estos terminan huyendo perseguidos por Estrepsíades y su hijo.
Aunque este es el final de la obra, no me resisto a que lo último de esta entrada sea Sócrates huyendo. Alguien que encarcelado y condenado a beber la cicuta se dedica a hablar de la muerte con sus amigos. A quienes no consiente que paguen la multa establecida por el tribunal para evitar la condena y que se niega a que sobornen a los guardias para escapar a otra ciudad y prefiere morir con las leyes de su ciudad, aunque sean injustas, a la deshonra de escapar de ellas. Tal vez lo más importante de sus enseñanzas sea su coherencia con su vida y sus ideas.
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