Maquiavelo, El príncipe, 4

 
   Comienza con los que se ganan con las armas propias. Pasar de ciudadano a príncipe, "supone una intervención, o de la virtud o de la suerte", y ninguna mitiga las dificultades para mantenerse. De hecho los que menos se benefician de la suerte, han durado más. Los virtuosos (Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo) se beneficiaron de la suerte únicamente en las circunstancias que les rodeaban, pero fueron capaces de ver que esa era su ocasión y supieron aprovecharla. Resulta más difícil alcanzar el objetivo, pero una vez alcanzado es más fácil de conservar.
   Las dificultades que se les presentan nacen de las nuevas leyes y sistemas que se ven obligados a introducir para la estabilidad del estado y su seguridad. Los que pierden sus derechos, siempre estarán dispuestos a rebelarse, y los que se benefician te defenderán sin convicción, "por miedo a los adversarios y por la incredulidad del hombre, que no cree en las cosas nuevas". Si dependes de ti mismo y puedes imponerte por la fuerza, rara vez correrás peligro.
   "El pueblo es de naturaleza voluble, fácil de convencer de una cosa, pero difícil de mantener en esa convicción".
   Los que son príncipes gracias a la suerte y a las armas de otros, lo consiguen con poco esfuerzo, pero cuando se establecen se les presentan todos los problemas (los emperadores romanos nombrados por los soldados). Se sostienen sobre dos pilares cambiantes, la voluntad y la suerte de quien te concede el poder. Ve pocas excepciones y sólo en personajes de mucha virtud (capacidades).
   Aquí pone de ejemplo a los Sforza de Milán, quienes desde muy poco se afianzaron en el poder y sobre todo el caso de César Borgia al que llamaban duque Valentino. Del que merece la pena extenderse un poco porque de él nace la inspiración de esta obra. Hijo de un papa y segundo en la sucesión, parece ser que asesinó a su hermano, aunque en esta familia nunca se sabrá donde termina la realidad y comienzan la leyenda. Alejandro VI, el papa, sabía que no le podría dejar un estado que perteneciese a la Iglesia y que tendría la oposición de los demás, así que intrigó para obtener el apoyo de Venecia y del rey francés, con lo que pudo ocupar la Romaña. No continuó porque vio que peligraba su situación y el duque aprendió que no se podía hacer nada con la suerte y los ejércitos de otros. Así que primero se atrajo con dádivas a los nobles de Roma que apoyaban a las familias más influyentes, los Colonna y los Orsini, a su vez enfrentados entre ellos. A continuación eliminó a los caudillos de los primeros. Los Orsini, ya tarde, trataron de rebelarse. La situación parecía complicarse para César pero, mediante engaños, los convenció para que confiaran en él y es entonces cuando los eliminó. Para asegurarse la Romaña, que había tenido un gobierno despótico preocupado en acaparar las riquezas de sus súbditos, donde  abundaban todo tipo de delitos violentos, puso al frente a un hombre cruel y decidido al que dio plenos poderes y que puso orden en poco tiempo, podemos imaginar cómo. Antes de ser odiado por el pueblo, algo de lo que nos advierte constantemente que hay que evitar, pone una magistratura civil a cargo de un excelente gobernador y al anterior, en la primera ocasión que tuvo (o que buscó) lo hizo exponer cortado en dos trozos. "Un hombre piadoso" horrorizado tanto como sus súbditos de la crueldad de su gobernador que por su justicia ha terminado así. Sin asesor de imagen ni empresa que le cree una campaña publicitaria.
   Lo alaba y lo pone de ejemplo de un príncipe que alcanza un reino por la suerte y con las armas de otro y lo que debe hacer para conservarlo. Para Maquiavelo todo lo hace bien, tiene un fin y todos sus actos se encaminan a lograrlo. Ya tenía controlados a los franceses que le habían apoyado, porque podía aliarse con España que había conquistado Nápoles y estaba en guerra con Francia. Pero muere el papa y él, por una enfermedad de la que estuvo a punto de fallecer, no pudo evitar el nombramiento para el cargo de un Medicis, enemigos del duque y aliados tradicionales de Francia, que le reclamaron sus posesiones obtenidas con la ayuda del papa (y papá) anterior, para añadirlas al papado.
   Lo único que no pudo prever es hallarse a las puertas de la muerte en el momento de elegir al papa, lo que dio tiempo a sus enemigos de organizarse.

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