Esopo, Fábulas, 2
Las dos alforjas
En otro tiempo Prometeo, que había modelado a los hombres, colgó de ellas dos alforjas, la de los males ajenos y la de los propios.Y la de los extraños la colocó delante, la otra la colgó detrás. De ahí que los hombres ven enseguida los males ajenos pero no reparan en los propios.
Uno podría servirse de esta fábula para un integrante que, ciego ante sus propios asuntos, se preocupa de los que no le interesan en absoluto.
En castellano tenemos un dicho que significa lo mismo:
Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.
Durante mucho tiempo se dudaba de si el origen de la fábula lo debíamos de situar en Grecia o en la India. Hoy se conocen fábulas sumerias, acadias, asirias y babilónicas, así que no hay duda de que nació en Mesopotamia, llegando a Grecia a través de Asia Menor, y a la India a través de Persia. Además, las dos tienen influencias mutuas debido a sus contactos comerciales.
La primera fábula occidental que aparece en Grecia, la escribió Hesíodo en el siglo VIII a.C. y aparece en su obra "Trabajos y Días", y es "El halcón y el ruiseñor".
Al principio, en casi todas, sus protagonistas son animales y contenían una fuerte crítica social, atacando la arbitrariedad de los poderosos frente a los más débiles. Poco a poco se fueron transformando y se convierten en transmisoras de enseñanzas y también en ejercicios para las escuelas de retórica.
Ya he comentado que las fábulas fueron agrupadas en colecciones. La primera de éstas de la que tenemos noticias está escrita en torno al año 300 a.C. por un filósofo peripatético, Demetrio de Falero. El término tiene varios significados y el que más gente conoce tal vez sea el aplicado a una persona ridícula y extravagante en sus juicios y opiniones. Pero también, aunque menos conocido, peripatético era como se les llamaba a los discípulos de Aristóteles, ¿por qué?, pues porque deriva de una palabra griega que significa ambulante o itinerante, que era lo que hacían con el maestro, pasear alrededor de él reflexionando sobre la vida. Por cierto que lo hacían en un jardín dedicado a Apolo Licio, de ahí a la palabra liceo, ni un paso.
Las colecciones posteriores derivan de la que elabora Demetrio que recoge y prosifica las fábulas usadas como ejemplos con anterioridad a él. Las más extensas que nos han llegado, mezclan las fábulas con cuentos, máximas y anécdotas.
El recorrido de la fábula, como se puede suponer, no acaba aquí, los romanos también emplearán este tipo de relato, pero esto nos da la oportunidad de hablar de otro gran fabulista aunque menos conocido.
He dejado para el final la fábula que todo el mundo conoce:
La tortuga y la liebre
Una tortuga y una liebre discutían sobre su rapidez. Y, tras fijar fecha y lugar, se separaron. Así pues, la liebre, despreocupándose de la carrera, confiada en su rapidez natural, se echó junto al camino y se puso a dormir. La tortuga, consciente de su propia lentitud, no dejó de correr y así, sobrepasando a la liebre que dormía, alcanzó el premio de la victoria.
La fábula muestra que muchas veces el trabajo vence a una naturaleza despreocupada.
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