Fedro, Fábulas, 4
Como hemos podido ver, incluso después del proceso, cada vez que habla de sí mismo o de lo que hace, se muestra muy seguro y convencido del valor de su obra y de su utilidad. La penosa situación en la que se encuentra tras el proceso, no logra intimidarlo para que se calle y la abandone, ni para que cambie de opinión respecto a la sociedad en la que vive. Vamos a ver otra historia:
Un hermano y una hermana:
Instruido con este caso, examínate a menudo.
Cierto hombre tenía una hija muy fea y un hijo de hermoso aspecto. Enredando los dos, por casualidad, se miraron en un espejo. Él se ve guapo y se burla de la fealdad de su hermana. Ella se enfada y le acusa ante su padre, de que siendo hombre, eche mano del espejo más que las mujeres. El padre abraza a los dos y dándoles besos y caricias a ambos, les dice: quiero que uséis el espejo todos los días. Tú, hijo mío, para que no afees con los vicios tu hermosura. Y tú, hija mía, para que venzas la fealdad de tu rostro con la virtud.
Un pollo a una perla
Buscando un pollo qué comer en un estercolero, halló una perla; y dijo: ¡Qué cosa tan preciosa se ve perdida en un lugar tan sucio! Si algún codicioso de tu valor te hubiese visto, ya habrías vuelto a tu antiguo esplendor, pero yo que te hallé, y aprecio más mi comida, ni puedo aprovecharte a ti, ni tú servirme a mí en nada.
Esto lo digo, por aquellos que no me entienden.
Hay una historia que es bastante larga, "el poeta sobre creer o no creer",y no me voy a extender, pero aunque resulta obvia la moraleja, creerlo todo y el no creer nada resulta igualmente peligroso, no atendemos a ello en muchas ocasiones y estamos dispuestos a creer, generalmente porque nos halaga o nos conviene, sin pararnos a reflexionar lo que nos dicen.
En el prólogo del libro IV vuelve a poner en valor la fábula, "si atentamente examinas estas bagatelas, cuánta utilidad hallarás bajo su velo. Las cosas no son siempre lo que parecen; muchos se engañan a la primera, luz y son raros los que penetran lo que la industria escondió."
Este libro contiene un capítulo que es una reflexión. Fedro sobre sus fábulas:
Aunque la envidia lo disimule, yo sé lo que la censura piensa hacer con mis obras. Dirá que es de Esopo todo lo que le parezca digno de aprecio. Si algo les agradara menos, porfiará con apuestas sobre que es obra mía. Así que lo quiero refutar con mi respuesta. Sea pues despreciable, o sea digna de aprecio, esta obra la inventó Esopo y yo la he perfeccionado. Mas prosigamos nuestro relato...
Un monte dando a luz
Se encontraba de parto un monte dando espantosos gemidos. Expectante estaba el mundo entero por el suceso, y al final parió un ratón. Esto es para los que aparentando hacer grandes empresas, no hace ninguna de provecho.
En este epílogo del libro, nos refiere que quedan muchas cosas por decir, pero que es mayor y tiene a la muerte cada vez más cerca. Por eso desea dejar su sitio a otros. Vuelve a proclamar su inocencia y nos deja una sentencia que leyó en su niñez: Corre peligro el plebeyo que se atreve a chistar (contestar o replicar) en público
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