Montesquieu, Cartas persas, 10


   Siguiendo la tendencia de este Siglo de las Luces, donde todo se cuestiona, todo se investiga y todo se clasifica, dando lugar, entre otras cosas, a que surjan infinidad de palabras nuevas, nos encontramos con una serie de cartas, once, de CXII a CXXII, sobre demografía, el arte se considera útil en la medida en que sirva para educar y pueda tener una utilidad social.  A su fecha, ya hay un par de autores que han abordado el tema, pero era una ciencia que estaba en sus inicios.
   A la observación de Redi de que Europa le da la sensación de haberse despoblado, desde Grecia y el Imperio, "recorro la Tierra y no encuentro más que ruinas", calcula no se cómo que la población actual es la décima parte de la que era, esto provocará las siguientes cartas de respuesta por parte de Usbek, acordes con el espíritu de didactismo del siglo (propósito de ser didáctico o docente).
   Comienza con que la Tierra es cambiante y el hombre también. Para ese despoblamiento, comienza con las causas más evidentes, las catástrofes naturales, las enfermedades ( como la peste y la sífilis) y las guerras. Esto le da pie a disentir de la idea de que la Tierra tenga 6.000 años de existencia como se había calculado según la Biblia. "¿No es natural pensar que Adán se salvó de una desgracia común, como se libró Noé del diluvio, y que estos actos han sido frecuentes en la tierra desde la creación del mundo? Aparte de las condiciones físicas para que haya un descenso de la población, nos dice que hay otras de índole moral que también influyen.
   Entre estas razones, destaca en Oriente la poligamia, causa de pocos nacimientos en los harenes y la necesidad de disponer de numerosos eunucos para guardarlos que no pueden contribuir al aumento de población. Compara la situación con Roma, donde los esclavos recibían algunos estipendios que podían emplear para ciertos negocios propios que le facilitaran su libertad futura, lo que genera un pueblo laborioso, cuantos más habitantes tiene un país, más florece el comercio, y ambas cosas se estimulan la una a la otra.
   Curiosamente, otra de las causas que cree influye negativamente en la natalidad de los países católicos para Montesquieu, es la prohibición del divorcio. "No sólo le quitaron al matrimonio todo su encanto, sino también su finalidad: queriendo estrechar sus lazos, los aflojaron; y en vez de unir los corazones, como pretendían, los separaron para siempre. Sus penas presentes los desesperan para el futuro: en los sinsabores del matrimonio sólo ven su duración y, por decirlo de alguna manera, su eternidad. De ahí procede el hastío, la discordia y el desprecio que tanto perjudica a la descendencia".
   Otra de las causas la achaca al elevado número de derviches, clérigos, tanto hombres como mujeres, con voto de castidad, unos 270.000 en Francia en 1.667, voto alabado como virtud por los feligreses, del que nos dice: "no veo en qué puede consistir una virtud de la que no resulta nada". Los países protestantes están más poblados que los católicos, de donde se deduce que se recaudan más impuestos, que sus tierras están mejor cultivadas y que el comercio es más floreciente. Además, la Iglesia posee casi todas las riquezas del Estado, una comunidad de avaros que siempre toman y nunca dan; la riqueza se paraliza.
   La fecundidad depende a veces de circunstancias aparentemente triviales y pasa a contarnos algunos casos que considera como tales de judíos, persas, chinos, árabes y cristianos.
   Piensa que los países habitados por salvajes tienen poblaciones pequeñas. Dedicarse a la caza y la pesca no evita que de vez en cuando se vean azotados por el hambre. De las colonias piensa que su resultado consiste en debilitar los países de donde salen los habitantes, sin poblar por ello los países a los que se les envía. "Los hombres deben permanecer donde están porque hay algunas enfermedades que aparecen cuando se cambia de aires". Piensa que cuando un país alcanza un cierto nivel de despoblamiento, permanece en el mismo estado, tendiendo incluso a la destrucción. Si por azar se restablece, necesita muchos siglos para ello; pone el ejemplo de la expulsión de los árabes en España, "lejos de llenarse el vacío que quedó tras su marcha, cada día se hace más grande".
   Para terminar hace una exposición política y económica de sus ideas sobre este asunto. "Un gobierno moderado contribuye extraordinariamente a la propagación de la especie. Nada atrae más a los extranjeros que la libertad y la opulencia que ésta siempre genera."
   La especie se multiplica en los países donde la abundancia permite cubrir las necesidades de los hijos sin que disminuya la subsistencia de los padres.

   Esta serie de cartas contrasta con las relacionadas con el serrallo, la XCVI es una de su jefe de eunucos diciéndole cómo se siente cuando lleva una mujer nueva al harén y pidiéndole que regrese pronto y le alivie de una tarea que le resulta cada vez más pesada. En la CXXVI, Rica le dice a Usbek que le envía las cartas dirigidas a él desde Isfahan y pasa inmediatamente a darle una noticia de actualidad en aquellos momentos (1.718): una conspiración descubierta contra el Regente, urdida por un tío del futuro Luis XV, encargado de su educación y el embajador de España. "Te confieso, Usbek, que nunca he visto llorar a alguien sin enternecerme. Siento compasión por los desdichados, e incluso los poderosos, con los que no simpatizo cuando están en la cima, pero que despiertan mi piedad en cuanto caen. ¿Para que quieren, en la prosperidad, una ternura inútil que se aproxima demasiado a la igualdad (otro de los fines deseados por los intelectuales de este siglo)? Prefieren el respeto que no exige contrapartida. Pero, en cuanto han perdido su poder, sólo nuestra compasión les puede recordar su antiguo esplendor."
   En la CXXVII también trata de un asunto de actualidad, abril de 1.719, como es el asesinato de Carlos XII rey de Suecia y la condena a muerte de su primer ministro como sospechoso del mismo.

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