Anónimo, Lazarillo, 2


   Una parte del material empleado puede tener origen folclórico tradicional, también de alguna obra anterior a ella, como "Il Novellino", colección de historias cortas del escritor italiano Masuccio, en la que parecen estar inspirados el tratado del vendedor de bulas y la del arcipreste de San Salvador, pero la obra sin embargo, crea sus propios precedentes y contiene variadas técnicas narrativas como la suspensión (dejar de lado el sentido crítico ignorando incoherencias o incompatibilidades de la obra de ficción), como en el episodio del buldero; o la gradatio narrativa (figura literaria de repetición que encadena ideas tanto a más, en ascenso, como a menos, en descenso) que nos dirige hacia el anticlímax, con el ciego o el clérigo de Maqueda.
   Esta novela pertenece al género epistolar, aunque sólo cuenta con una única y larga carta, está escrita en primera persona y nos cuenta la vida de un niño, Lázaro, en el siglo XVI, desde su nacimiento y mísera infancia hasta su matrimonio. Para ello emplea una estructura circular que acaba concluyendo con lo que se inicia. Es considerada la precursora de la "novela picaresca", no sólo por lo ya dicho de la narración en primera persona sino también por otros elementos que se repetirán: el realismo, la estructura itinerante, el servicio a varios amos y la ideología moralizante pero pesimista. El Lazarillo es un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del momento, de la que nos muestra sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo de los clérigos.
   El protagonista de la obra no es plano ni arquetípico como lo han sido hasta este momento, Lázaro evoluciona, sufre una transformación, va pasando por varios estados desde su ingenuidad del principio hasta convertirse en un cínico redomado al final, todo al hilo de lo que ha ido aprendiendo de las lecciones que le va dando su vida. Tanto que el final, lejos de ser positivo, es vivido por el personaje, como lo mejor que le podía haber pasado teniendo en cuenta la trayectoria vital que le precede. La infidelidad de su mujer no es nada comparada con las vejaciones y sufrimientos que ha padecido. El resto de personajes, los amos que se van sucediendo, si son planos, carecen incluso de nombre porque, ellos sí son representantes paradigmáticos de muchos, aunque están completamente individualizados y caracterizados sin maniqueísmo (tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo). No hay más que fijarse en el desfile de amos para ver que son el auténtico objetivo del relato, de la sátira; el personaje literario de Lázaro es pobre de solemnidad y sufre la falta de caridad y los abusos de los malos y viciados servidores de la Iglesia que exhiben en su comportamiento sus vicios aunque traten de ocultarlos. Y es por tratar de engañarnos por lo que no nos queda duda de que conocen su propio pecado y no sienten remordimientos ni tratan de cambiar.
   Cambio propugnado por los erasmistas, que en un principio tuvieron la protección en España de las autoridades civiles y eclesiásticas, y que desea impulsar una vuelta a las fuentes del primitivo cristianismo, ya propugnado por Cisneros. Erasmo inicia una discreta crítica de las prácticas externas de los cristianos, misas, ayunos, culto a las imágenes, a las reliquias, que no valen nada para él sin una actitud adecuada, no las rechaza pero advierte de su vaciedad en sí, antepone los mandamientos de Dios a los de la Iglesia y se muestra partidario de una reforma en las costumbres dentro de ella.
   El Lazarillo es la primera obra polifónica de la literatura española, aunque se considere que aparecen tras el Quijote. La condición para serlo es que exista una interacción de varias voces en el discurso en el que podamos reconocer diferentes estilos de lenguas, dialectos o jerga, y que por ello no nos haga perder la idea principal. Esto se cumple en toda la obra, en la que cada personaje habla tal como podíamos esperar por su condición. El efecto que se consigue es el de un mayor realismo.

   A partir del hecho de que la obra es sin lugar a dudas erasmista, voy a abordar de nuevo el tema de quien puede ser su autor. Tal vez lo más interesante del caso esté en la búsqueda, más que en conocerlo, pero hay una teoría merece ser tenida en cuenta. A finales del siglo XIX, un hispanista francés, relaciona el autor con el círculo de los hermanos Valdés, Juan y Alfonso, descendientes de judíos conversos y algunos de ellos acusados por la Inquisición. Juan se hizo protestante y escribió un "Diálogo de la Lengua" y se marchó a vivir al extranjero, pero su hermano Alfonso, conquense nacido a finales del siglo XV y muerto en un asedio en 1.535, era escritor y secretario de cartas latinas de Carlos V, posición que le convirtió en el mayor valedor de Erasmo en España, con quien se carteaba. Esta propuesta de que sea Alfonso el autor del Lazarillo, es desarrollada por Manuel J. Asensio a mediados del XX. Propuesta que ha vuelto a tomar fuerza tras la comparación realizada por la filóloga Rosa Navarro, y las coincidencias entre el Lazarillo y las obras de Alfonso, "Diálogo de Mercurio y Carón" y el "Diálogo de las cosas acaecidas en Roma".
 
   Lo cierto es que Alfonso se encontraba en el sitio, en el tiempo y con las aptitudes suficientes para ser el autor de LA Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidaDES, las tres primeras letras del título leídas en el sentido que lo hacen los judíos, y las tres últimas al uso occidental, componen su apellido: Valdés.
 
 

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