Plinio el Joven, Epistolario, 5
Es Trajano quien lo recomienda para la elección de cónsul y Plinio las ganará a finales del año 100. Con motivo de esto, pronunció ante el Senado el acostumbrado discurso de agradecimiento al emperador, obra que nos ha llegado y que conocemos como "Panegírico del emperador Trajano".
A partir de aquí, ya como senador de rango consular experto en derecho, especializado en el testamentario, es invitado en varias ocasiones al Consejo privado del emperador. Éste le otorga el sacerdocio del augurado en el 103, nos lo dice Plinio en la carta 4,8 y le sirve para hacer un símil de su carrera con de Cicerón, su modelo a imitar u a quien le gustaría emular. Me felicitas porque he accedido a la dignidad de augur. Me felicitas con razón: en primer lugar, porque, incluso en los asuntos de menor importancia, es hermoso merecer el favor de un príncipe tan excelente; y en segundo lugar, porque el propio sacerdocio no sólo es antiguo y venerable, sino también absolutamente sagrado e ilustre, pues el que lo ejerce no puede ser desprovisto de él mientras viva. El príncipe sólo proponía los candidatos, al Senado y a los colegios sacerdotales, estos eran los que elegían pero, por los motivos que podemos imaginar, se dejaban llevar por los elogios que dedicaba a los candidatos. Te alegras porque en la vida pública sigo con exactitud los pasos de aquel (Cicerón) a quien me afano en emular en mis trabajos literarios. Lo que yo desearía es que del mismo modo que como él he accedido a la dignidad de augur y al consulado, e incluso a una edad mucho más temprana que él, así también de mayor llegue a poseer de algún modo algo de su talento.
El año 104 Trajano le nombra "supervisor" del cauce del Tíber y del cuidado de las cloacas de Roma, una de las magistraturas de mayor responsabilidad del Imperio, reservada a senadores de rango consular y cuya duración era de tres años.
A continuación es nombrado gobernador de la provincia de Ponto Bitinia, región de la actual Turquía en la costa del Mar Negro. Su elección se debe a su condición de persona de confianza de Trajano y por su integridad, es nombrado para poner fin a las numerosas irregularidades en la provincia, no sólo en las finanzas, también en la administración de la justicia, la organización del ejército y el orden público. La correspondencia generada aquí con Trajano, junto a muchas de sus respuestas, queda recogida en el libro décimo y último de su Epistolario. Su interrupción de forma brusca se interpreta que es debida a la muerte repentina de Plinio hacia el año 112 o 113.
Lo visto hasta aquí, su posición económica, su carrera política, su preferencia por la literatura y su carácter, nos hace pensar que pudo agrupar en torno a sí, el círculo político y cultural más importante de su tiempo; a él pertenecían escritores cuyas obras conocemos como Tácito, Frontino o Marcial, otros de los que sólo disponemos de referencias, Caninio Rufo, Augurino, Fannio, Verginio Romano o Titio Aristón, así como amantes de la literatura. Esto nos da idea de la importancia que le concedía a la literatura y son numerosas las cartas que se ocupan de lecturas públicas literarias, envíos de obras, tanto para su lectura como para realizar correcciones y las que animan a recitar y a publicar.
A pesar de ser numerosas las cartas dedicadas a ello, la primera carta de su primer libro (1,1), dirigida a su amigo Septicio nos cuenta cuál será el criterio para elegirlas y la razón por la que no aparecen las fechas de las publicadas. Con frecuencia me has animado a recopilar y publicar aquellas de mis cartas que hubiese escrito en un estilo más elevado de lo que es costumbre. Pues las he recopilado, aunque sin respetar su orden cronológico... Sólo queda ahora confiar en que ni tú te arrepientas de tu consejo, ni yo de mi afán por complacerte.
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