Plinio el Joven, Epistolario, 7


   En 1,13 tras alegrarse de las numerosas lecturas públicas que se organizan, normalmente en pórticos, baños y bibliotecas, pero también en casas particulares, aunque a los romanos les cueste acudir a las recitaciones, critica la actitud de algunos que entran cuando ya está iniciada e incluso que se van antes del final. Y para colmo no permanecen allí mucho tiempo, sino que se marchan antes del final, unos con gran sigilo y como ladrones, otros abiertamente y sin el menor embarazo. 
   En 7,17 nos desvela Plinio sus motivos para hacer una lectura pública de sus discursos forenses, a pesar de ser criticado por algunos que no piensan que sean materia para recitaciones. Todo el mundo tiene sus propios motivos para hacer una lectura pública. El mío es el de que se me hagan notar aquellas imperfecciones que hayan podido pasarme inadvertidas. Y nos explica su método, primero él mismo las revisa, después le lee a dos o tres personas de su confianza, entrega copias a sus amigos para que le señalen las correcciones y celebra una lectura ante un numeroso auditorio, todo ello antes de publicarlas. Para ello, el respeto al público, el amor propio y el miedo son excelentes consejeros. El sentido crítico de cada persona tomado individualmente es pequeño, tomado en conjunto, es muy elevado.

   El elevado número de cartas sobre el tema y su repetición a lo largo de la obra nos da idea de la importancia que concedía Plinio a la actividad literaria, pero no será el único con el que se extienda, habrá otros asuntos a los que dará el mismo tratamiento en su Epistolario. Una obra que, como ya se ha dicho, nos ha llegado dividida en diez libros. Podemos hacer una distinción en ellos porque los nueve primeros tienen en común que fueron publicados por el propio Plinio, y por tanto corregidos,  desde los comienzos del principado de Nerva, hacia los años 96 o 97 y los últimos hacia el 108 o 109. Seguramente esperó a tener cierta reputación en el Senado para comenzar a "escribir" sus cartas. Se salta el orden cronológico aunque las de cada libro sean posteriores a las del libro anterior, con algunas excepciones aisladas y las del libro noveno que tuvo que rescatar cartas anteriores para poder completarlo. En cuanto al libro décimo, el que recoge las cartas de Plinio desde Ponto-Bitinia a Trajano, 61 cartas y 12 anteriores, muchas de ellas con la respuesta del emperador, su publicación correspondería a sus amigos o a su esposa por la muerte de nuestro autor. En este libro sí se sigue un orden cronológico estricto y el destinatario siempre será el mismo.
   Hoy los críticos en general admiten que sus cartas fueron enviadas a sus destinatarios y que antes de su publicación fueron objeto de una cuidada revisión, excepto las del libro décimo en que la muerte del autor interrumpe el sistema empleado.
   Otra diferencia entre el libro décimo y el resto que podemos observar a primera vista son los temas, en el diez son los propios de un gobernador de una provincia romana, y se dirigen a un único destinatario, Trajano; en los otros trata de multitud de temas de cualquiera de los ámbitos de la vida en el Imperio, aunque cada carta la destine a desarrollar uno sólo de ellos, dejando fuera de ellas todo lo que resulte ajeno a la materia que trata, incluidos los muy numerosos destinatarios, que en general no desempeñan ningún papel en las epístolas.
   También cambia el estilo, en los primeros, las frases son breves y claras, la sensación que nos provoca es de naturalidad y espontaneidad, casi que se dirige a nosotros para decirnos cómo es, qué le preocupa, qué hace... Aunque las haya revisado a conciencia. En el diez, por no haber sido revisadas y por estar dirigidas al emperador, tienen un carácter más formal, aquí abundan las subordinaciones en las frases y el empleo de fórmulas tradicionales epistolares.
   En el primer, podríamos llamarlo... corpus, Plinio se dirige a un destinatario que sobrepasa su tiempo, busca el ser recordado por las generaciones futuras, la gloria que concede la fama pero por una obra acabada y bien hecha. En el segundo corpus, del que dudo si era su intención publicarlo, se dirige al emperador, personaje al que admira y está agradecido, y lo hace desde su puesto de colaborador leal, honrado y respetuoso con las leyes y las instituciones; no tiene más remedio que cambiar su lenguaje.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Plinio el Joven, Epistolario, 8

Plinio el Joven, Epistolario, 24

Plinio el Joven, Epistolario, 19