Plinio el Joven, Epistolario, 18


   Pero hay otra finca a la que también dedica una de las cartas para describirla, Los Tuscos (5,6), al sur de la provincia de Etruria y norte de Roma, al pie de los Apeninos. Aquí se extiende en describir lo saludable que es, las bondades de su clima y los campos que la rodean y la distribución de la casa; aquí se entretiene en describir las salas dedicadas al baño, vestidor y tres piscinas a diferentes temperaturas; era normal en las casa de los personajes poderosos disponer de baños aunque acudiesen también por cuestiones sociales y de costumbre a los públicos. En el caso de los Tuscos, sobre el vestidor, había una sala dedicada a los juegos de pelota, a los que tenían gran afición. También disponía de un hipódromo donde hacer ejercicios o dar paseos a caballo, en muchos lugares han sido colocados bancos de mármol... Al lado de estos hay pequeñas fuentes y por todo el hipódromo suena el rumor de los arroyos. Lo que destaca más de todo esto no es el lujo, que resulta evidente, sino lo que provoca en su ánimo, amo profundamente todo aquello que yo mismo he comenzado... Todo es paz y tranquilidad... Allí me encuentro en la plenitud de mis fuerzas tanto mentales como físicas. Ese es el verdadero valor que deben tener las cosas que se poseen.
   Esta carta tiene una continuación (9,36) donde nos explica como distribuye su tiempo allí.
   En la 7,3 pide a un amigo que regrese a Roma, pero lo hace irónicamente de manera que convierte las preguntas en argumentos para continuar en el campo. ¿Por qué no regresas de una vez a Roma, donde gozas de tanto prestigio y consideración, y posees tantos amigos? ¿Hasta cuándo vivirás como un rey? ¿Hasta cuándo permanecerás despierto por la noche tanto como quieras, y dormirás todo el tiempo que quieras? ¿Hasta cuándo seguirás sin calzar los cálceos senatoriales y tendrá vacaciones tu toga? ¿Hasta cuándo tus días estarán por entero libres de preocupaciones?
   Disponer de tiempo es una necesidad que le asalta constantemente, como a nosotros, de ahí su felicidad al tenerlo (9,32), por mi parte, disfruto de una vida absolutamente deliciosa, esto es, dispongo de todo mi tiempo para mí mismo... Nada hay más indolente que un ser mundano, nada más curioso que un desocupado.
   A las funciones residenciales de estas villas es a lo que más atención presta Plinio en sus cartas, pero a ellas hay que añadir las productivas de los campos que las rodeaban, y de las zonas dedicadas a la transformación de sus productos, todo bajo la dirección del propietario de la villa que empleaba para ello esclavos, libertos y colonos a los que se arrendaban las tierras.
   Esto también será causa de preocupaciones, la necesidad  de organizar a lo largo de varios años el alquiler de mis tierras me retiene aquí. Durante estos últimos cinco años, a pesar de las grandes rebajas que de sus deudas he hecho a mis arrendatarios, sus atrasos han crecido... La única solución es fijar el alquiler de las tierras no en una cantidad determinada de sestercios, sino en una parte porcentual de la producción y poner a algunos de mis sirvientes a supervisar el trabajo y proteger las cosechas (9,37).
   Ni en esas circunstancias se olvida de su idea de justicia. Otros viajan a sus propiedades para volver más ricos, yo, para volver más pobre (8,2). Aquí nos cuenta que teniendo vendida a buen precio la vendimia, tras una caída posterior de los precios del vino, les concede una rebaja en los precios, pero no a todos la misma porque no le parece justo beneficiar por igual al que la tenía apalabrada que los que habían dado cantidades a cuenta, ni a los que tenían deudas con él con los que las habían satisfecho, y nos explica como lo hace. A mí me parece que es especialmente honroso actuar con justicia siempre y en todo momento, así en la vida pública como en la privada, en los asuntos importantes como en los más insignificantes, en los que atañen a los intereses de los demás como en los que atañen a nuestros propios intereses. 
   La verdad es que predica como se debe hacer, con el ejemplo. Se puede ser justo y no parecer tonto en absoluto. Y esto está al alcance de todos, tanto para cumplirla como para exigir su cumplimiento.
   

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