Plinio el Joven, Epistolario, 20
La primera diferencia que observamos en el libro décimo es que en él encontramos un único destinatario, Trajano, y que, además, incluyen sus respuestas. Lo que no significa que todas sean suyas, muchas de ellas han sido redactadas por sus secretarios, funcionarios especializados en estos temas. Cuestión que se observa claramente en las respuestas a felicitaciones como por ejemplo las de la celebración de el ascenso a emperador de Trajano en 10,52 y 10,102 en que las respuestas son casi idénticas. Las felicitaciones eran una cuestión oficial y por ello se dejarían en manos de los secretarios el contestarlas. Así ocurre también con las del inicio del año (el tres de enero) 10,35 en se hacen votos y ofrendas a los dioses o en la 88 y 100 en la que le felicita por su cumpleaños.
Otra de las diferencias es que aquí se sigue el orden cronológico para exponerlas, de manera que podemos reconstruir sus movimientos en la provincia durante los dos años que durará su mandato.
Pero lo fundamental está en su estilo, cambia porque ya no se dirige al lector futuro sino al emperador y lo hace desde su puesto de gobernador, aunque las primeras cartas incluidas son anteriores a su partida hacia la provincia. Los asuntos que trata son de índole administrativa y no los que a él le interesan, además su muerte impidió que las revisara como era su costumbre. Éste es un libro que él no llegaría a publicar y hoy desconocemos quien lo hizo. Se cree que pudieron ser sus amigos que estaban con él en Bitinia, sobre todo uno de sus más íntimos amigos, Suetonio, historiador y biógrafo, e incluso la madre de su segunda esposa, aunque para hacerlo tendrían que contar con el apoyo y las cartas en poder de su viuda, Calpurnia, y sobre todo con el permiso del emperador, por tratarse de la correspondencia oficial de un gobernador.
Lo que no cambia es que sigue preocupándose por sus amigos. En 10,4 pide a Trajano que nombre senador a un amigo que no pudo acceder con anterioridad al cargo por no tener los ocho millones de sestercios que se consideraba era el valor mínimo de una fortuna digna de un senador. De esta carta no tenemos respuesta, así que es muy posible que no fuese aceptada. Lo que sigue es una serie de cartas solicitando favores al emperador, unas sobre la concesión del derecho quiritario para libertos, que con el acuerdo de sus patronos que previamente los habían manumitido de su condición de esclavos, permitía que estos dispusieran de su herencia libremente. De no ser así, a su muerte, el heredero sería el patrono. También pide la concesión de la ciudadanía para su médico y su familia e incluso un permiso para dejar su cargo mientras se ocupa de temas personales en su ciudad. Y así hasta la carta 15 en que comunica su llegada a Éfeso y sus planes para llegar a Bitinia al emperador. Provincia que no le era del todo ajena ya que había defendido algunos casos relacionados con ella como abogado en Roma (4,9 - 5,20 - 6,5 - 6,13 - 7,10).
De ahí conocemos que hay dos bandos político enfrentados a los que hay que añadir una cierta inestabilidad social y serias irregularidades en las cuentas de la administración. Motivos todos ellos para que el emperador nombrase a Plinio gobernador como persona de su confianza y por su carácter fiel, escrupuloso y honrado. Así Trajano en 10,18 le dice: tú por tu parte, debes esforzarte también porque vean claramente que yo he elegido en tu persona al hombre más digno de ser enviado ante ellos en mi lugar. Lo primero que hace es comunicar a Trajano que ha llegado a tiempo de poder celebrar su cumpleaños (del emperador) y en estos momentos examino las cuentas de la ciudad de Prusa, sus ingresos y la lista de sus deudores, lo que, conforme avanza la encuesta, me parece más y más necesario (10,17). Los decuriones, como supervisores de las obras públicas, en caso de necesidad debían responder con su patrimonio para la finalización de las mismas como un deber hacia su ciudad. De ahí que fuese práctica corriente llegar a acuerdos con los contratistas para no perder dinero e incluso apropiarse de una parte del presupuesto, llegando a cambiar las condiciones iniciales de construcción o no finalizando las obras. Es lo que vemos con motivo de la construcción de un acueducto que se ha iniciado en dos ocasiones y tras un gasto considerable se encuentra abandonado y casi derruido (10,37), para ello Plinio solicita que le envíen un ingeniero hidráulico para que no ocurra de nuevo lo mismo ya que no se fía ni de la competencia de los de su provincia, además de sospechar sobre su corrupción y la de los contratistas. La respuesta indica la intervención directa del emperador en la misma irritado por las irregularidades detectadas, deben tomarse las medidas pertinentes para llevar agua hasta la ciudad... Estoy seguro de que te ocuparás de realizar las obras con el debido celo. Pero también debes mostrar el debido celo en averiguar quiénes son los culpables de que los ciudadanos hayan perdido inútilmente hasta ahora tanto dinero.
No es el único caso con el que se encuentra y en la siguiente carta vuelve a insistir sobre la necesidad de que le envíe un arquitecto o un ingeniero, esto me recuerda ya a la corrupción en estos años al amparo del "boom en la construcción", y así le pide consejo sobre un teatro inacabado y con defectos estructurales graves, un gimnasio mal planificado y peor construido y unos baños nuevos. La respuesta también es en este caso de Trajano, los decadentes griegos adoran los teatros. Lo deja todo a la decisión de su gobernador y no creas que sería más rápido que te enviásemos algunos desde Roma, pues incluso aquí acostumbran a llegarnos desde Grecia.
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