Plinio el Joven, Epistolario, 21


   Con respecto a la construcción de los baños en Prusa (10,23), Plinio le comenta al emperador la forma de financiarla, cobrando las deudas a los particulares y con una parte de los gastos en aceite de sus habitantes. Gasto que corresponden al dinero dedicado al reparto de aceite para alimentación de los más desfavorecidos. La cauta respuesta de Trajano autorizando los trabajos no se debe sólo al temor de que la medida provoque disturbios y ya podrían tomar nota algunas organizaciones de hoy tan inclinadas al clientelismo político: Si no va a resultar una carga para los recursos de los ciudadanos de Prusa, podemos acceder a sus deseos, siempre y cuando no se cree un impuesto especial para ese fin, ni ello sea causa de que, más adelante, no dispongan de fondos suficientes para los gastos indispensables. 
   Tenemos muestras por todo el Mediterráneo del afán constructor de Roma y la capacidad de sus ingenieros, de manera que no nos puede extrañar que Plinio (10,41) proponga unir a través de un canal, un lago interior navegable que dista de la costa unos treinta kilómetros con el fin de dar fácil salida a los productos del interior. Solicita un "nivelador" para saber a qué altura se encuentra el lago sobre el nivel del mar y en la carta 61 propone varias soluciones para ello. Entre otras cosas se propone desviar un río que nace en el lago y hacer que desemboque en el canal, y que el resto de riachuelos de la zona, en caso de necesidad, hacerlos desaguar en el lago. Por el tono de la carta, una obra importante pero a la que parecen estar habituados. El nivelador concedido pertenece al ejército, no sin razón parte importante del equipo de un legionario era su pala.
   Preocupados por la salubridad de las ciudades aborda la construcción de un acueducto (90) o tapar un arroyo, que en realidad es la más repugnante de las cloacas, tan repulsiva por su inmundo aspecto como pestilente por su olor nauseabundo (98)... Es necesario cubrirla tanto en atención a la salubridad de la ciudad como a su dignidad. En ambos casos la obra es aprobada y la respuesta parece ser obra de la cancillería, sin intervención del emperador en ella.

   Ponto-Bitinia es una provincia cuya administración corresponde al Senado, al frente debería estar un procónsul, un magistrado nombrado por los senadores. Por los problemas que la afectaban (malversaciones de dinero público, incumplimiento de las leyes y problemas de orden público) de los que ya hemos hecho referencia, hace necesario que Trajano envíe como gobernador a una persona de su confianza. Para ello hubo de pedir una autorización oficial para, durante un tiempo determinado, convertirla en Imperial, éstas eran gobernadas por magistrados con rango de "legados imperiales propretores" que es el que corresponde a Plinio, al que el emperador añade "con poder proconsular", prueba de su confianza y del carácter de la misión encomendada. Así que tanta confianza mostrada por él hace que sienta aliviado cuando llega su legado (asesor y consejero), de la que informa en la breve 10,25. Su inexperiencia en la administración provincial hace que se alegre por la llegada de su ayudante que, sin duda, tendría más experiencia que él en dichos asuntos, me ha liberado de la inquietud que me había causado su retraso, pues aguardaba su llegada desde hacía ya largo tiempo. 

   En general la administración provincial no guardaba mucha información sobre usos y decretos de los gobernadores porque estos al finalizar sus mandatos se llevaban consigo la mayor parte de la información sobre su gestión. A pesar de que accedían al cargo con las cuestiones principales a las que debían atender por orden del emperador, no lo cubría todo. Por eso la mayor parte de las cartas son consultas sobre cómo debía actuar, en general se respetaba la costumbre pero atendiendo a dar prioridad a la legislación y usos dictados por el emperador o el Senado.

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