Plinio el Joven, Epistolario, 23
Una muestra de lo anterior la tenemos en la carta 43. La ciudad de Bizancio enviaba un legado a Roma para, con motivo de algún hecho memorable, presentar sus respetos al emperador. El costoso viaje era sufragado por los ciudadanos. Plinio suprime el viaje y que en su lugar se envíe un decreto manifestando su lealtad al emperador. En la siguiente carta tenemos la contestación de Trajano: Mi queridísimo Segundo, has obrado excelentemente al eximir a los bizantinos de esos doce mil sestercios que gastaban en enviar ante mí a su legado... Ésta (la ciudad) cumplirá con su deber simplemente con enviarme su decreto de homenaje a mi persona a través de ti.
El trasiego de cartas y de noticias no hubiera sido posible sin las útiles calzadas romanas que recorrían todo el Imperio. Éstas, además, contaban con un servicio de postas a cargo del Tesoro con todos los servicios que se pudieran necesitar durante el viaje. En la carta 45 nos dice que para su utilización era necesario llevar unos salvoconductos firmados por el emperador, primero en papiros y más tarde en tablillas donde quedaba reflejado el nombre de quien lo empleaba y la fecha de validez, del uno de enero al treinta y uno de diciembre. Todos los años se enviaban a las provincias nuevos salvoconductos porque los caducados no se podían emplear.
La carta 10,96 sobre los cristianos en Bitinia y su correspondiente respuesta son las más conocidas de este Epistolario, tras las de la erupción del Vesubio, y posiblemente las más estudiadas e investigadas. Plinio, hasta llegar a Asia, desconoce todo sobre los cristianos, nunca participé en Roma en ningún proceso contra cristianos. Desconozco por ello cuál es el crimen del que se los acusa, qué penas merecen, qué procedimiento debe regular la encuesta judicial y qué límites deben ponerse a ésta. Como las denuncias solían dirigirse a familias enteras, había muchos niños entre los acusados y Plinio duda sobre como debe tratarlos, las mismas dudas sobre la concesión de perdón a los arrepentidos y sobre si castigar a los que se denominan cristianos aunque no hayan cometido ningún crimen. Así se persiguió a otros cultos considerados peligrosos para el estado, es el caso de los seguidores de Baco, los de Isis e incluso a los druidas. Hechos conocidos por Plinio. Sea como sea la consulta viene motivada porque ha tenido que actuar como juez en casos contra cristianos y pide información sobre cómo actuar; eso significa que en el decreto que llevaban los gobernadores con las líneas principales de conducta en sus provincias, este caso no estaba contemplado.
La petición de que se le clarifique su modo de actuar viene de que ya se ha visto inmerso en algunos procesos y sólo cuenta con su propia experiencia como juez en otros tipos de casos; así que comenta como está actuando contra los cristianos.
Lo primero que hace es preguntar al reo si lo es, preguntas bajo amenazas y tres veces. Si la respuesta es afirmativa ordena ajusticiarlos, probablemente decapitados con la espada, o si son ciudadanos romanos los envía a Roma para que allí sean juzgados. La razón de ello fue que no me cabía ninguna duda de que, cualquiera que fuese la naturaleza del crimen que confesaban, ese fanatismo y esa intransigente obstinación merecían la muerte. La obstinación en no respetar la ley era considerada mucho más grave que el delito mismo, de ahí que en estos casos no albergue duda alguna. A los que niegan ser cristianos nos dice que los deja libres. También nos cuenta que aparecen listas con nombres de cristianos de forma anónima.
Ha habido entre ellos quienes han asegurado que toda su culpa o más bien todo su error había consistido tan sólo en reunirse de un modo regular un día establecido (probablemente nuestro domingo) antes de la salida del sol, entonar alternativamente entre ellos un himno en honor de Cristo, como si de un dios se tratase, y comprometerse mediante juramento no a perpetrar algún tipo de crimen, como se rumorea, sino a no cometer hurto ni robo con violencia, ni adulterio, a no faltar a la palabra dada y a no negarse a restituir un depósito al serles reclamado. Tras esto añaden que se reunían más tarde para celebrar un ágape, de alimentos corrientes e inocentes, en contra de la creencia de que en sus ritos se practicaba el canibalismo, pero que lo habían dejado tras el edicto de Plinio sobre las asociaciones.
Éste llega a interrogar mediante tortura a dos esclavas a las que los cristianos denominan ministras... Parece que es la traducción latina de su equivalente griego de diaconisas, así que aunque desconocemos como se ordenaban sí sabemos que tenían algunas funciones dentro de la congregación, ¿Qué funciones? Dudo que nos permitan saberlo... Pero no he encontrado nada más que una necia y disparatada superstición.
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